LA BODEGA es un espacio donde compartir nuestras tradiciones culinarias regionales y el arte gastronómico que hemos acumulado en esta cocina, taller, jardín, espacio de relajación, encuentros y experiencias nuevas cada vez.

El menú evoluciona con las temporadas, con los abastecimientos del mercado para siempre ofrecer productos frescos y por qué no, con los caprichos creativos de nuestros chefs que nos desafían con sus propuestas.

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El alma de

Mi familia es una mezcla de todas las provincias de Cuba. Siempre tuvimos este reto de quién cocinaba el mejor el potaje de frijoles colorados o el chilindrón de cordero. Cuál era más sabroso: ¿el puré de malanga con mojo o el tamal en cazuela? ¿Quién tiene la verdadera receta del flan de calabaza? Pan con timba, coquito con mortadela, camarones dónde van los mamoncillos, no me cojas pa’ champola ¿“chicharritas de plátano burro o de plátano macho?”, “pargo o cherna?”, “Quien dijo que el chicharrón no es carne?” Y pasaría todo el día, sacándoles el repertorio de frases culinarias de mi familia únicamente.

Aunque la historia reciente nos ha impuesto una gran dosis de creatividad para remplazar algunos ingredientes claves y tradicionales de los platos, siempre partimos de una receta tradicional, de un secreto de familia, de costumbres heredadas en las elaboraciones.

Durante los últimos cinco años, la Reserva Vedado ha vivido muchas vidas. En nuestros primeros días exploramos varios estilos gastronómicos buscando el nuestro. En medio de un jardín tropical, inesperado en el pleno centro del Vedado. Los meses de confinamiento nos sirvieron para tomar perspectiva de los ensayos del principio y preguntarnos qué nos representa. La casa, de estilo ecléctico de 1914, el barrio, con sus contrastes arquitectónicos y sociales, nos inspiraron a una cocina que sintetiza lo mejor de nuestra cultura.

“Escribe Lezama Lima en Paradiso: «la cocina [cubana] que parece española, pero que se rebela en el 68». En efecto, la Guerra de los Diez Años abrió la saga de las comidas mambisas, de la que los propios insurrectos dejarían testimonio, una comida «rebelde» e «improvisada», ligada con  usos y gustos campesinos y que hermanó clases y razas.

Para Lezama, la cubana es una cocina con apoyo escaso en el tipicismo y que huye, al mismo tiempo, de lo rebuscado. No se deriva solo de la española, aclaremos. También de la africana y tomó elementos de la cocina francesa, de la china, de la caribeña, lo que dio por resultado una cocina con acento propio.  Una cocina, advertirá el escritor, que forma parte de nuestra imagen.”

Ciro Bianchi, La cocina contada, 2010        

Camila Yero

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